No soy de manifestaciones, ni de lazos, ni pulseritas ni colores ….. tengo que confesaros que yo nunca hubiera sido enfermera, pero si por un error del destino lo fuera, habría huido hace muchas semanas.
Querida Raquel, Montaña, Maria José, Carmen, Isabel, Ana…. tengo que confesar que no salgo a aplaudiros a las ocho de la tarde, mira que lo he intentado, pero no encuentro nada que celebrar con tanto aplauso. También tengo que confesar que soy incapaz de veros como los héroes que ensalza esta sociedad que a ratos se me antoja imberbe.
Aplausos y sonrisas y buenas palabras, si es que me da vergüenza, me avergüenza ver como os enviamos cada día a lo inevitable, me avergüenza, cuando os veo cada día enfrentaros con la aflicción y la desesperación propia y ajena, me avergüenza, cuando veo como os dejáis la piel y la salud mientras yo enmudezco en un silencio sepulcral.
¿Te das cuenta mamá que estamos viviendo historia? – me decía mi hijo hace unos días, y yo le decía: si es historia de la humanidad, pero ¿cómo hablará la historia de nosotros los que aplauden y los que como yo no aplaudimos?.
De vosotras se dirá que siempre disteis lo mejor de vosotras mismas, que fuisteis a la guerra, a enfrentaros a un enemigo invisible envueltas en simples bolsas de basura. Que en medio del caos y la desolación nos mostrasteis el valor de ser humano. Que más allá del deber y con infinita generosidad, derrotasteis el miedo a vuestra propia muerte.
Cuando todo esto pase y volvamos sin miedo a los hospitales y un buen día estemos cabreados como monos, por lo que sea, porque llevamos una hora de espera y sin visos de que la cosa vaya a cambiar o porque algún inepto se ha confundido y nos ha dado mal las indicaciones o porque … da igual. Como os decía, que ese día, con un poco de suerte, recordemos que estuvisteis y seguís estando a nuestro lado en momentos en los que mostramos la peor parte de nosotros mismos. Recordemos que nos limpiáis el culo, nos quitáis los mocos, puedo ser más fina, pero no quiero. Que os enfrentasteis a la muerte cara a cara (nunca mejor dicho), que formasteis un cordón de escudos de valentía, coraje y vuestro mejor saber: hacer el bien.
Deseo de todo corazón que todas os encontréis bien y os envío un abrazo de ánimo que hago extensivo a todos los profesionales de la sanidad y en especial a vosotras enfermeras y enfermeros del Colegio de Enfermería de Cáceres, porque nos toca y confío en que todas os mantengáis fuertes, hasta que llegue el día en que de nuevo podamos aplaudir y celebrar ……algo.