Esta pandemia que padecemos nos ha enseñado a lavarnos las manos adecuadamente como pieza clave para evitar el contagio. Un lavado frecuente con agua y jabón, así como geles desinfectantes cuando sea posible, o simplemente agua jabonosa con unas gotas de lejía. Pues bien, se nos habían olvidado las uñas. El virus se propaga rápidamente en las gotas del aire como en contacto con las uñas, bajo la cuales pueden quedar bacterias.
Si tus uñas se extienden más allá de los dedos, tienes lo que los expertos denominan “borde libre” lugar especialmente cálido y húmedo donde virus y bacterias pueden prosperar cómodamente. Por tanto es ésta una zona a la que prestar especial atención y cuidados, desinfectando concienzudamente; con más ahínco si cabe, si tiendes a morderte las uñas en momentos de stress. Este simple acto incrementa las posibilidades de contagio si se es portador del virus, además de dar opción a inflamaciones en las cutículas o provocar heridas que se infecten o sean una vía de penetración de otras infecciones.
En cuanto a la manicura, tan de moda últimamente – verdaderas obras de arte – el Dr. Carlos Morales, dermatólogo, explica que “Las lacas de uñas son más porosas que la propia cutícula”, los esmaltes actuales utilizan compuestos que al resquebrajarse liberan partículas que pueden acumularse en las grietas y debajo de la propia uña, acumulando de esta forma más partículas víricas.
Resumiendo: Lavar y desinfectar adecuadamente esta zona, eliminando cualquier resto o suciedad entre la piel y la uña; un cepillo específico, o en su defecto un cepillo dental que puedas destinar solo para las uñas, te ayudara en esta labor.
Puedes plantearte también, la posibilidad de dar un descanso a tus uñas, cortándolas y dejándolas libres de esmalte, tiempo para creer van a tener.